Cuando mencionamos el suelo cerámico nos referimos mayormente a los revestimientos, que son la parte final de un proyecto de construcción y es lo que, en definitiva, convierte una estructura en un hogar.
Entre las cerámicas más habituales, encontramos los azulejos. Tienen un acabado brillante, vitrificado, que facilita su limpieza y resulta muy impermeable, siendo así el elegido para cuartos de baño y lavanderos. También se los escoge para los revestimientos verticales en la cocina, en especial cerca de la zona de cocción.
Tiene un aspecto más natural, es más opaca y es la adecuada para pisos del interior. Aunque es impermeable, es susceptible a algunas manchas por humedad, por lo que se recomienda plastificarlas o aplicar ceras especiales. Se presenta en el mercado en bloques, baldosas y baldosones.
El gres es otro de los elegidos, en especial en su variante conocida como porcelánica. Es más resistente y se presenta en acabados brillante, semi mate y mate. Es adecuado tanto para interior como para exterior (a excepción del porcelanato, elegido para interiores por su belleza y fragilidad). También podrás hallarlo en una variedad de texturas y capacidades de permeabilidad, por lo que se lo suele elegir para pisos, aunque también para revestimientos verticales en salas familiares o habitaciones.
Gresite y venecitas: son un acabado mucho más elegante y no son cerámicos en sí, sino que son preparados de vidrio cocido, aunque su colocación y características las hacen integrarse al grupo de cerámicas para la construcción. Puedes colocarse en plancha o de manera individual, y son muy resistentes a la humedad. Son las elegidas para cuartos de baño, piscinas y en guardas o detalles decorativos.
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